Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos (…) Por sus frutos los reconocerán.” (Mateo 7, 18 y 20)
Esta frase del evangelio de Mateo, la cual el discípulo utiliza para distinguir y/o discernir entre los bueno y malos profetas… creo que bien se podría aplicar para evaluar los métodos terapéuticos que son efectivos, simples, de fácil aplicación… de los que no lo son o se quedaron en el tiempo, con conocimientos arraigados pero no actualizados… Por ello creo que podemos aplicar este concepto, el de los frutos a los métodos y evaluarlos por los  “frutos” que dan… algunos frutos pueden ser pequeños, otros más importantes… pero lo importante y efectivo es que los frutos se puedan ver… saborear al fin!
Hace unos años participé por primera vez de la capacitación en Brain Gym 101 junto a una amiga. El grupo era muy lindo, la entrenadora nos contaba todos los beneficios de la técnica e hizo algunas demostraciones con personas que se fuero ofreciendo para la práctica. Por más que yo veía que los participantes que se habían ofrecido para las prácticas manifestaban cosas maravillosas… en el fondo me costaba creer que aquello no fuera adulación a la profesora. Porque… ¿acaso unos simples movimientos podían efectuar tantos cambios?… Algo dentro de mí se resistía a creer que fuera así.
Llegó el momento de la “Equilibración de la escritura” y finalmente me ofrecí yo  como consultante.
Hasta el momento, eran varias las personas que me decían que escribía muy lindo… sin embrago yo no terminaba de creer aquel alago. Somos 3 hermanas, yo soy la menor, y la mayor siempre se caracterizó por escribir muy bien! Incluso ganó algún premio en algún concurso local. La segunda era excelente en matemáticas y yo, la menor, era “pareja”. Me iba bien tanto en las ciencias abstractas como en lo que se refería a la literatura… Sin embrago, amigos y conocidos insistían en que escribía muy lindo… y para mí era algo que siempre juzgaba como “no muy bueno”.
Creo que la facilitadora intuyó mi desconfianza, y tal vez aquello le sirvió de desafío para mostrarme con confianza lo que el BG podía. Comenzamos a trabajar. Conté algo de este tema y la meta fue: “Puedo escribir sin juzgar lo que escribo y disfrutando”. Hicimos el PACE, luego las actividades previas y aquí… un gran hallazgo! Apareció algo medio molesto que la facilitadora observó rápidamente… No recuerdo bien si fue al sostener el lápiz o al escribir las letras del alfabeto. El poner la meta en circuito me llevó al momento en el que había comenzado a escribir, o sea mi primer grado de la escuela primaria (6 años). En aquél entonces, los niños comenzábamos a introducirnos en la escritura con letra cursiva, bien redonda y  lápiz negro. Con frases tales como “Mi mamá me ama, Mi mamá me mima o Amo a mi mamá”. Fue en ése momento en que recordé el desastre que había sido mi inicio escolar!! Mi letra era enorme, apretaba tanto el lápiz que luego se hacía difícil borrar y corregir lo que había salido mal. Es que mi inicio escolar había coincidido con un viaje al extranjero de mis padres. Se habían ido por casi 2 meses de viaje y la comunicaciones, lejos estaban en parecerse a lo que son hoy!! Las llamadas telefónicas eran escasísimas, se debían pedir con muchas horas de antelación (a una operadora) y la manera más usada eran las cartas. Que si bien demoraban entre 7 a 10 días en llegar… uno podía expresar y contar con más detalles la vida diaria. En ésas condiciones yo había comenzado a escribir… debiendo repetir “Mi mamá me ama, mi mamá me mima” sin apenas recordar, por momentos, la cara de mi madre. 
El descubrimiento y la asociación que hizo mi cerebro fueron increíbles… Realizamos la lista de aprendizaje, luego las actividades posteriores y verdaderamente ¡Celebramos o mejor dicho Celebré! El haber debelado mi traba, o en dónde se había quedado estancada mi inseguridad.
Pasó el tiempo… y poco a poco, primero tímidamente y luego con mayor confianza, comencé a escribir… Disfrutando plenamente hacerlo. Ayudé a escribir 2 libros a un sacerdote amigo, escribí varios proyectos de ayuda social y estoy terminando de escribir un libro propio. No emito juicios de lo que escribo… escribo lo que me va dictando el corazón confiando que si disfruto y me ayuda a mí el hacerlo… alguien también disfrutará y le ayudará el leerlo.
Por los frutos los conocerán… los frutos no se ven inmediatamente… Muchas veces hay que esperarlos… Saber esperarlos y seguir trabajando la tierra es un arte en sí mismo… Puedo decir que el Brain Gym fue el catalizador, el fertilizante o el labrador que removió la tierra de aquél árbol de más de 35 años… que aún no había dado frutos.
Y ése árbol comenzó a dar frutos… frutos pequeños, discretos, no muy conocidos. Un tanto exóticos… pero frutos al fin! Y lo más importante… disfrutó tan sólo de producirlos!

Palabras de una alumna